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Indicando la entrada al puerto de Sant Antoni encontramos el Faro de Ses Coves Blanques. Su funcionamiento comenzó en 1987, per que rápidamente perdió efectividad a causa de la expansión del pueblo. Actualmente este funciona como museo y sala de exposiciones. Las edificaciones le han rodeado, y su luz se confunde con la emitida por la actividad nocturna.

Faro De Ses Coves Blanques Ibiza
Faro de Ses Coves Blanques

Historia del Faro de Ses Coves Blanques

A causa de diversos naufragios que se suscitaron en la zona durante el siglo XIX, se solicitó la construcción del faro de Ses Coves Blanques. Fue diseñado por el ingeniero Eusebi Estada, quien se convertiría en un hombre muy reconocido, gracias a su trabajo en el ferrocarril de Mallorca.

Fue financiado por el estado, con un valor de 30.000 pesetas, y edificado por personas de la misma localidad, quienes hicieron un trabajo verdaderamente impecable. Antes, el sitio donde se encuentra edificado era un paraje costero completamente abandonado, por lo que su construcción en dicho lugar fue muy oportuna.

Este era realmente efectivo para su época y para su tamaño. Contaba con una luz completamente roja que era vista a más de 5 millas de distancia, sumado a instalaciones para que los trabajadores pudiesen estar relativamente cómodos en él, incluyendo un reservorio de subterráneo de agua.

Este cambió su luz a blanca en el 1902, pero la expansión del pueblo pronto causó que las luces de la ciudad y del faro se confundiesen. Para la década de 1950, la falta de acción sobre el inconveniente de la luz, marcaron el inicio del fin de sus funciones, ya que para 1963 se retiraron las luces. Pasó a ser un albergue para técnicos de mantenimiento de señales marítimas.

Conversión a museo

Des que este quedó fuera de funcionamiento, se mantuvo como residencia temporal para diversos trabajadores marítimos hasta el siglo XXI. Para el año 2006, la Autoridad Portuaria de Balears, terminó por ceder los derechos de propiedad al Ayuntamiento de Sant Antoni, que emprendió una labor de reconstrucción y restauración.

Después de que este quedase en óptimas condiciones, se procedió a utilizarlo como museo, en el año 2010. Desde entonces lleva una década siendo participe activo de la historia, no solo demostrando su propio esplendor, sino también desplegando diversos artefactos marítimos dentro de sus salas de exposición.

Se encuentra en funcionamiento según sean las exposiciones que se realicen, por lo que no está permanentemente abierto al público. Sin embargo, se puede observar desde su exterior para poder tener una idea de cómo era su funcionamiento hace más de 100 años.

Como dato interesante sobre su restauración, se quiso colocar la iluminaria que fue retirada originalmente del faro, para que este pudiese funcionar completamente. Dicha luminaria fue encontrada dentro de un gallinero en el año 2014. La histórica pieza fue restaurada, reparad, y colocada para volver a funcionar como lo hizo durante tanto tiempo.

Vistas hermosas desde el Faro de Ses Coves Blanques

Al tener acceso a la torre, se pueden tener vistas exquisitas del único puerto completamente natural que posee la isla de Ibiza. Además, a la lejanía se observa imponente el islote de Sa Conillera, lugar donde se encuentra otro faro que facilita la navegación nocturna de las embarcaciones. Claro que dicho islote no es en realidad un punto turístico en sí.

Cualidades estructurales

Generalmente cuando se piensa en un faro, se tiene en mente una torre alta, de color blanco y detalles en negro, con una gran fuente de luz en la cima, la cual parpadea de manera constante para avisar a los marineros de la presencia de costa, y de la posible cercanía con la misma. Sin embargo, el faro de Ses Coves Blanques, es muy diferente.

No es de gran estatura, de hecho, al compararlo con los edificios que construidos a su alrededor, podemos ver que es en realidad pequeño. Ya que es, en esencia, una casa que cuenta con una pequeña torre integrada, en la cual se encuentra la luz de advertencia.

Este es considerado como un faro de fácil acceso y manipulación. Tanto así, que las personas empleadas en él solían tener más de 50 años de edad. Incluso podían sufrir de alguna condición física que les impidiera trabajar de forma efectiva u otros faros más complicados. En otras palabras, era una especie de casa de retiro activa para torreros de alta experiencia.

En cuanto a su fachada se tiene un acabado relativamente simple, el cual no es de los más vistosos en cuanto a faros. Pero sí cuenta con un hermoso color blanco, tejas anaranjadas, y molduras de amarillo claro, lo que le proporciona un aspecto en realidad pacifico, perfecto para la labor que desempaña actualmente.

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