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La imponente fachada e historia que esconde el Hospital del Cardenal Salazar hacen de este edificio una parada indispensable durante nuestra estancia en Córdoba. A lo largo de su existencia ha desempeñado distintas funciones hasta convertirse en lo que hoy es, la facultad de Filosofía y Letras de la ciudad.

Aunque durante siglos sirvió de hospital, la idea original con la que se concibió el edificio fue la de crear un colegio para los acólitos y niños de Coro de la Catedral. Con este propósito en mente, el promotor de la obra, el Cardenal fray Pedro de Salazar y Toledo, adquirió en 1701 la casa solariega de don Antonio Carlos del Corral, situada frente al Convento de San Pedro de Alcántara. El proyecto fue asumido por el arquitecto Francisco Hurtado Izquierdo, el Maestro Mayor de la Catedral por aquel entonces.

Fue en el año 1704, momento en que Córdoba fue golpeada por la peste, cuando el proyecto se convirtió en un hospital ante la falta de centros de asistencia médica. El hecho de que la obra estuviera ya casi terminada cuando se produjo el cambio de intenciones, justifica que la planta del edificio no se ajuste al modelo tradicional de las construcciones hospitalarias.

En las salas de dicho hospital tuvieron cabida además de los enfermos pobres, los presos e incluso, los heridos durante la Guerra de Independencia.

Durante los años 1871 y 1874 las instalaciones acogieron la sede de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre de Córdoba. Esto se debe a que era el único hospital de los existentes en su época que reunía todas las características para poder dar clase teórica y práctica.

Actualmente, acoge la facultad de Filosofía y Letras de Córdoba.

El imponente edificio del Hospital del Cardenal Salazar

Respecto al edificio, su imponente fachada barroca da paso a las distintas estancias. Estas están articuladas en torno a dos patios con arcos, uno de ellos con una magnífica fuente de mármol.

A día de hoy, pueden verse grabados los nombres y fechas de los internos del antiguo hospital. Asimismo, en su interior se encuentra la capilla de San Bartolomé, ejemplo de la arquitectura gótico mudéjar.

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